Y si es Mairenero es feriante


Artículo que aparecía el Sábado pasado en el ABC.
POR ALBERTO MALLADO. MAIRENA DEL ALCOR
No puede ser mairenero quien no disfruta su Feria. Podría ser la letra de una sevillana o figurar como lema en el escudo del pueblo. Para Mairena la celebración de su Feria tiene una dimensión social que extiende su influencia a lo largo de todo el año. Estos son sus días grandes. La fiesta anhelada.
En el estatus de las ferias de la provincia, posiblemente sea esta la más poderosa, porque es capaz de paralizar por completo la vida de un pueblo de 20.000 almas. O, según se mire, de concentrar toda su vida en el territorio delimitado por los farolillos.
Son muchos los maireneros que ahorran todo el año para estos días de agasajo a los visitantes y de disfrute propio. El estreno de traje de flamenca es casi obligado para las mujeres. Es el momento del año en el que vuelven quienes trabajan fuera o aquellos que tuvieron que irse a vivir a otro sitio y la fecha en la que se agasaja a los conocidos. Son muchas las personas de Sevilla o de localidades próximas que acuden algún día a la Feria. La gente de Mairena hace gala de ello. Aquí no se presume de cortijos, de caballos, de abono en los toros o de traje y corbata. El mérito que más se valora es el de atender a los invitados. Mariano por ejemplo dice que él es el mejor anfitrión del mundo y es verdad que lo es. Bueno, conoce a uno mejor, «pero es que ese tiene tela de billetes».
En este pueblo la seña de identidad no es un edificio, un paisaje o una imagen devocional. Aquí el motivo de orgullo es la Feria. Y Antonio Mairena, claro. Es casi obligada la foto suya en las casetas. O el retrato que le hiciera Capuletti con las manos abiertas para entregar todo su arte.
En la Feria de Mairena hay tiempo para todo: invitados, familia y amigos. Hay quien tiene su tiempo muy bien repartido, como Pedro. El miércoles por la noche, en la cena con la familia; el jueves con los compañeros de trabajo; el viernes con los amigos de toda la vida; el sábado con los compromisos de fuera durante el día y por la noche con los amigos que no suele ver a lo largo del año. ¿Y el domingo? Ya no hay cuerpo después de tanto trajín.
Ayer la feria era multitudinaria sin dejar de ser acogedora. Aunque hay casetas públicas y privadas no hay problemas para entrar prácticamente en ninguna. Es costumbre hacer un recorrido de caseta en caseta con el grupo de amigos. Y sobre todo el jueves, que es el día en el que muchos hombres se «despintan» con los amigos y compañeros de trabajo. Después de las casetas particulares, una opción muy habitual es la de irse a las casetas grandes de entidades o asociaciones. Entre las más animadas están las de las hermandades. La de Vera Cruz es visita obligada para muchos ya que ponen el «vino Veracruz» un blanco que tiene muchos adeptos, aunque tampoco le faltan detractores que lo acusan de «traicionero».
Para los que aún tengan cuerda, están las casetas de juventud, al fondo del real, junto al caballo. El monumento alegórico de la Feria. A quien vaya por primera vez habrá algún mairenero que le haga cumplir la tradición. Hay que tocar al équido de bronce en un lugar muy preciso porque así se asegura uno que volverá a la Feria. Hay muchos a quienes ese vaticinio se les cumple sólo unas horas más tarde.
La fiesta paraliza a un pueblo que vive todo el año para estos días. Para Mairena del Alcor, la celebración de su Feria tiene una dimensión social que extiende su influencia a lo largo del resto del año
A.M.
http://www.abc.es/20080405/prensa-sevilla-sevilla/mairenero-feriante_200804050307.html

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